Pues reduciendo la mitad el número de diputados, de consejeros, de concejales… es decir reduciendo a la mitad aquello que le es propio a un partido político, esto es hacer política: trabajar por el bienestar de los ciudadanos en sus ciudades, en sus comunidades o en su país. Podían haber optado por hacer la mitad de las convenciones, contratar la mitad de las vallas publicitarias, ser más austeros en la organización de eventos o asumir todas estas actividades desde la propia militancia en lugar de contratar proveedores externos; en definitiva por reducir los gastos corrientes. Pero no; no tomamos muchas medidas, pero cuando las tomamos, las tomamos de verdad.
Pues eso es más o menos lo que el Grupo Popular pretende con su proposición de ley para que RTVE abandone uno de los dos múltiplex que tiene concedidos y en explotación. Argumentan que en estos tiempos de crisis hay que ahorrar y, en lugar de proponer medidas de austeridad en la gestión diaria –sería más lógico, pero no sé hay partidas dónde hacerlo-, no se les ocurre otra cosa que proponer la desaparición de la mitad de los canales de TVE, es decir, cercenar aquello que le es propio a un servicio público de comunicación, esto es ofrecer gratuitamente a los ciudadanos información veraz y plural, contenidos infantiles creativos y éticos, o eventos deportivos sin tirar de tarjeta. ¿O a lo mejor lo del ahorro tiene otras motivaciones?
Hubo un tiempo en que un director general de RTVE llamado Calviño quiso tomar una senda de austeridad ante la inminente regulación de la televisión privada, lo que obligaría a repartir la tarta publicitaria hasta ese momento en poder exclusivo de TVE. Calviño reunió a los redactores en Prado y dijo: “Se acabaron los viajes a Singapur para hacer un programa sobre la moderna piratería. Los grandes reportajes, en las Hurdes”. Era ciertamente demagógico. Una televisión pública tiene que viajar a las nuevas hurdes de los alrededores de nuestras ciudades y a los submundos del sudeste asiático para seguir la estela de la camiseta que acabamos de pagar a diez euros en las rebajas. Era demagógico. Demogógico sí, pero no disparatado.