En todo caso, y en términos siempre relativos, los programas para el 20-D en lo que respecta a la comunicación social en general y a los medios públicos en particular han alcanzado un cierto grado de amplitud y profundidad como no se veía desde los comicios generales de 2004. Así se comprueba al menos en los partidos de la oposición, en contraste frontal con el programa del Partido Popular ("Seguimos avanzando", "España en serio") en cuyas 223 páginas no hay un hueco para la comunicación ni para RTVE ni para las RTV.AA., ni entre los principios iniciales, ni en el "impulso permanente de regeneración de la vida pública", ni en el capítulo sobre "La España que queremos", y ni siquiera en el apartado de "impulsar el talento". Parece evidente que el PP considera que la comunicación y los medios públicos en particular han alcanzado, con ellos en el gobierno, el punto de la máxima perfección posible.
Denominador común: Un Servicio Público independiente
En los documentos de los restantes partidos, los que se alinean con el cambio, pueden destacarse denominadores comunes, que indican fallas y reivindicaciones compartidas y graves sobre los medios públicos, especialmente en cuanto a la reforma de RTVE : desgubernamentalización, elección de sus órganos por mayorías parlamentarias de dos tercios, financiación suficiente y estable, mayor participación social, reforzamiento del derecho de acceso...También podría considerarse generalizada la aspiración a reformar la Ley General Audiovisual y la de crear una autoridad audiovisual realmente independiente (frente al modelo de la CNMC). Pero ahí acaban las coincidencias, porque cada partido evidencia después sus obsesiones peculiares.
De esta forma, el programa del PSOE ("El cambio que une") revela claramente el deseo de retorno a su supuesta edad de oro, la reforma de RTVE de 2006 y la ley del audiovisual de 2010: consejo estatal de "medios audiovisuales" (no del audiovisual), financiación estable para RTVE, y alusiones al papel cultural del servicio público. Resalta la promesa de un estatuto para la Agencia EFE (que el Gobierno Zapatero dejó congelado) y de regular la objetividad de reparto de la publicidad institucional.
Más ostentoso en sus carencias es el programa de Ciudadanos, "El nuevo proyecto común para España", en el que los medios públicos se declaran como "pieza clave" de una sociedad avanzada y "motor" de la industria audiovisual", pero cuya regulación propuesta muestra carencias y tics corporativistas notorios, con mezcla entre control y gestión: presidente de RTVE (no director general) presentado a concurso público, elegido en terna por un "comité de profesionales solventes", y aprobado finalmente por el parlamento por 2/3. Se compensa supuestamente por un Consejo de Administración en el que estaría "un amplio abanico de organizaciones sociales en puestos rotatorios", que junto a los trabajadores se expresaría a través del defensor del espectador. Sobre el encaje de una estructura estatal, tan solo se indica que habría que coordinar "el encuentro con toda la televisión pública, apoyando su viabilidad". Más pobre aun es el programa de UPyD, notablemente escueto y que apenas llega a propugnar la profesionalización y "despolitización" de RTVE, junto a un Consejo "nacional" de Medios Audiovisuales.
Podemos y Unidad Popular: Nuevo modelo de SP social
Sin duda, los programas más novedosos y arriesgados, son los de Podemos y de Unidad Popular, que apuestan por un programa de cambios democráticos y tecnológicos en profundidad. Las propuestas de Podemos ("Queremos, sabemos, podemos"), coincidentes casi en un cien por cien con las presentadas por Teledetodos, inciden en crear en RTVE unos Consejos Sociales con peso en el control de la gestión, Consejos de Informativos potentes, y un servicio público plenamente interactivo. Además, se propugna el reequilibrio del espectro radioeléctrico y se reivindica la potenciación de los medios comunitarios.
En alta coincidencia asimismo con Teledetodos, las propuestas de IU-Unidad Popular ("Programa participativo") avanzan para RTVE un Consejo Social y una Plataforma de ciudadanos por el servicio público, además de mandatos marco, una carrera profesional objetiva, el fomento del derecho de acceso y la transformación digital.
En fin, a veces las omisiones son más interesantes que las menciones explícitas. Y resulta llamativo que ni directa ni indirectamente, ningún programa partidista mencione siquiera el peligroso grado de monopolio de los medios radiotelevisivos en el campo privado, y sus amenazas al pluralismo y la diversidad democrática española, con la sola excepción de Unidad Popular; Imposible evitar la reflexión sobre el papel estelar que las cadenas privadas, de derechas o de "izquierdas", han tenido en esta campaña (tertulias y programas de infoshow especialmente) en la visibilidad de los candidatos, clásicos o emergentes, hacia el 20-D.
Reacción lógica, puede decirse. Pero habría que recordar que en el México del PRI, Televisa y Televisión Azteca, a falta de todo servicio público, fueron colonizando el espacio público y electoral a tal punto que, finalmente, los partidos y candidatos que no podían pagar enormes cantidades en publicidad, quedaban automáticamente expulsados de la campaña electoral; Lo que no impedía que estos lobbies privados omnipotentes impusieran además sus opciones y candidatos en función de sus intereses múltiples. Cuando el Parlamento, escandalizado por fin de las consecuencias antidemocráticas de esta situación, intentó regular espacios gratuitos en las emisiones mercantiles, las cadenas comenzaron a insertarlos en medio de las escenas de mayor suspense de las competiciones deportivas o de las telenovelas, para que los telespectadores amaran más aun a la política...