la única oferta de información continua en televisión. Televisión española sigue recibiendo, además, reconocimientos y galardones internacionales a su labor. Estos datos reafirman el mérito y el esfuerzo realizado por los profesionales de TVE que en todos estos años han demostrado su afán por dignificar el papel de la televisión pública. Algunos profesionales de TVE se ven también legitimados en sus discursos al reconocer que son un referente para muchos de sus colegas de las cadenas privadas.
Una de las preguntas que debemos hacernos es, porqué, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en el Reino Unido, en los discursos de los ciudadanos no se reconoce el que los informativos de TVE desempeñen una labor de servicio público diferenciada de los de las cadenas privadas? ¿Qué aspectos contextuales hacen que los informativos de servicio público de televisiones como la BBC británica sean reconocidos por su calidad, por parte de su audiencia, y que sus profesionales se sientan arropados en su tarea periodística? ¿Qué ha hecho que esto sea así y por qué en España no suceda lo mismo? La responsabilidad de esta situación no corresponde precisamente a los profesionales de la televisión pública sino a un contexto estructural que condiciona el discurso de esos profesionales y que ha impregnado también el contenido de los discursos de los públicos.
Tanto los profesionales británicos como los españoles tienen la certeza de que su labor informativa es un servicio público de suma relevancia para reforzar la democracia en sus respectivos países. Sin embargo, hay una diferencia sustancial con respecto a la percepción de ambos, sobre el respaldo institucional y social con el que cuentan para llevar a cabo su labor.
Los profesionales británicos se sienten legitimados por la ciudadanía, respetados por el poder político y por las instituciones que reconocen y apoyan su labor. Esto se reafirma en la propia vinculación contractual con la empresa; están obligados a tomar como una prioridad atender a públicos mayoritarios y minoritarios, a mantener la ponderación y la equidistancia, a evitar sesgar la información en beneficio de un partido político concreto y sobre todo, a dar cuentas de su propio trabajo. En inglés este concepto que representa la necesidad de dar cuentas a la propia ciudadanía de su labor se denomina accountability. A cambio, los periodistas de la BBC están continuamente respaldados por la Corporación, reciben asesoramiento permanente y acceden a una formación continua y, a veces “a la carta”, para que puedan promocionarse. La carrera profesional está perfectamente definida y a su vez hay cierta flexibilidad para conseguir la promoción de los trabajadores. En este sentido nunca un periodista de la BBC se sentirá desasistido en su labor porque en primer lugar, la Corporación le va a reconocer su profesionalidad, en segundo lugar va a poner a su servicio una maquinaria muy engrasada desde el día en el que el trabajador se incorpora a su puesto de trabajo –La BBC establece una política de bienvenida modélica para sus trabajadores- y además cuenta con unas líneas de actuación que podrán resolverle cualquier duda, sea ésta de carácter ético o deontológico, dado que estas guidelines se renuevan cada 5 años y son elaboradas y actualizadas a partir de la experiencia diaria de sus profesionales.
En el caso de los profesionales españoles, en nuestra investigación se ha destacado “el nivel de implicación y el nivel de motivación de unos profesionales que se sienten concernidos por su trabajo y que no eluden hablar de dilemas profesionales” (página 161), sin embargo, en la mayor parte de los discursos los profesionales se lamentan de la falta de apoyo político institucional y social. El servicio público se ve como un desiderátum que implica atender a criterios de: pluralismo, neutralidad y sinónimos de equidistancia e independencia, veracidad, ponderación, respeto, responsabilidad con las consecuencias de los mensajes y una atención informativa que la Televisión de Servicio Público ha de prestar a las acciones institucionales.
Debemos concluir que en el contexto español, si bien los profesionales de informativos de TVE han realizado un esfuerzo ingente por atender honestamente a su actividad profesional, el poder político ha seguido mostrando en muchas de sus decisiones e “indecisiones”, un desconocimiento palmario del papel relevante que la información en televisión posee para el reforzamiento de la democracia. Sólo una ciudadanía más consciente y unos profesionales emancipados de cualquier presión política podrán reforzar un concepto de servicio público, imprescindible en un sistema comunicativo auténticamente democrático. Las últimas propuestas del Partido Popular que propugnan la reducción del número de canales gestionados por la Corporación RTVE, de incorporarse definitivamente a su programa electoral, provocarían, en caso de gobernar el PP, el debilitamiento de los espacios informativos en la televisión pública española, ya fuera por la desaparición de canales específicos como el Canal 24 horas, ya fuera reduciendo aún más la dotación de recursos para atender a su labor informativa. Ni un Gobierno que renovara su mandato, ni un partido que accediera al poder de nuevo, deberían hurtar a la sociedad mimbres básicos que siguieran haciéndonos mantener la esperanza de que posible defender una información que promueva el pensamiento autónomo y crítico del ciudadano, frente a cualquier grupo de poder.