Nadie puede negar que la jornada de secesión del 1 de octubre en Cataluña representaba uno de los momentos más complicados en la historia de la democracia española. Este hecho exigía un esfuerzo informativo intenso y extenso a la hora de cubrir la totalidad de la jornada. No se puede alegar que RTVE cuenta con un canal todo noticias 24 horas, al que derivar la actualidad informativa. Desgraciadamente ese canal nutre muchas horas de programación con tertulianos que, salvo honrosas excepciones, responden a opiniones especialmente sesgadas y coincidentes con las tesis gubernamentales y muestran escasa pluralidad.
La pregunta es si una televisión pública que cuenta con una numerosa plantilla de periodistas y una amplia red de corresponsales se puede permitir no hacer la necesaria cobertura especial de un acontecimiento de tanta relevancia dentro y fuera de Cataluña, primando la información más allá de las opiniones y las valoraciones de tertulianos.
El que la Televisión Pública española iniciara la mañana del 1 de Octubre con un reportaje sobre la vendimia y continuara con la reemisión de varios espacios del programa Españoles en el mundo sobre Botsuana, Cuzco y Hawai, respectivamente, da idea de un naufragio que vuelve a poner de relieve la instrumentalización de una televisión pública que debería pensar en los intereses de todos los españoles.
Las principales cadenas de ámbito internacional se han hecho eco de manera amplia en sus espacios informativos de lo que estaba pasando en Cataluña y algunas de ellas han llegado a realizar extensos reportajes comparando los deficientes y sesgados papeles desempeñados por canales públicos como TVE1 o TV3 en Cataluña –ver el amplio reportaje dedicado sobre las 16.30 del mismo día por el Canal Al Jazeera a este tema-.
En este caso, la televisión pública catalana TV3, acusada de servir al discurso independentista catalán desde hace ya muchos años, ha cubierto la jornada del 1 de Octubre en toda su extensión. El dispositivo no ha sido menor que el que han desplegado otras televisiones privadas españolas como La Sexta. Por su parte, los informativos de Tele 5 no han eludido presentar las imágenes más crudas de la jornada. Los responsables de Televisión española han adoptado una postura de desprecio a la información y a sus propios profesionales al dedicar pobres avances informativos.
La crítica principal se centra en que una televisión pública dimita de ejercer el papel informativo que le es exigible. No es justificable, sea cuál sea la posición de un Gobierno, que una televisión pública, que forma parte de una Corporación como RTVE, eluda cubrir con la requerida amplitud y despliegue de recursos, ante un hecho informativo trascendental para el futuro de la democracia en España.
Exigir responsabilidades a los más altos cargos de la televisión pública estatal, implica esperar dimisiones por el incumplimiento flagrante del deber de prestación de un servicio público que pagamos todos los españoles.