En el plano tecnológico, este nuevo paradigma exige la presencia de sistemas integrados multimedia que respondan al nuevo workflow. Pero, a nivel global, implica también un cambio de mentalidad entre los propios redactores, un factor que no es siempre fácil de resolver, sobre todo en compañías de larga trayectoria con plantillas acostumbradas a otros modelos de trabajo. En todo caso, parece que hay consenso en afirmar que los broadcasters no tendrán más opción que adaptarse a estas nuevas reglas de juego si desean sobrevivir. Está claro que el usuario desea consumir el contenido de otra manera, de modo que la información debe producirse y transmitirse también de forma distinta. En este contexto, está cobrando fuerza el uso de nuevas herramientas, y una de ellas son los smartphones. De aquí deriva el concepto de Mobile Jornalism o MOJO. El desarrollo tecnológico ha dotado al periodista de capacidad para grabar, editar y compartir con la redacción o la audiencia contenido multimedia de forma totalmente autónoma a través de su móvil.
De este modo, el MOJO pone a disposición del periodista, en su bolsillo, una especie de estudio de producción en miniatura. Esta herramienta facilita, además, la innovación digital y e incentiva la creatividad multi-plataforma. Antes, la calidad que podía obtenerse con un dispositivo móvil distaba mucho de la lograda con un equipo profesional, pero esta brecha se ha reducido considerablemente hasta convertirse, en algunos casos, en inapreciable. En todo caso, esto no debe llevarnos a engaño: no se trata, por supuesto, de sustituir una herramienta por otra, sino de ampliar el abanico de posibilidades en producción. Esto es lo que consiguen las nuevas tecnologías y, en particular, el Mobile Journalism. Gracias al MOJO, el redactor es capaz de llegar al lugar de la noticia con un grado de inmediatez que de otro modo sería imposible, aunque la cobertura sea quizá respaldada después con un equipo de producción profesional.
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