Quedan siete días para la cumbre que salvará Europa o hará saltar la Unión por los aires; 19 días para que Mariano Rajoy sea investido presidente del Gobierno, 21 para que de su primer Consejo de Ministros salgan las leyes y decretos urgentes que desvelarán por fin la gran incógnita, y un poco más, hasta el 9 de enero, para que empresarios y sindicatos consensúen una nueva reforma laboral... o bien dejen que el gobierno gobierne. Comienza la cuenta atrás para tantas cosas, que es difícil gestionar toda la ansiedad y adrenalina que la inevitabilidad del calendario nos provoca.
Quedan, por tanto, unos 20 días para que Rajoy explique, ya sin rodeos, en qué consiste su plan para salvar al país y quiénes son las mujeres y los hombres en quienes confía para llevarlo adelante. En lo que sacrifique y en lo que conserve veremos la impronta de su ideología, pero el diktat germano y la hoja de ruta de la UE no permiten mucho margen de maniobra. De hecho, el camino tomado por Artur Mas en el tiempo que lleva al frente de la Generalitat para atajar el déficit es una guía reveladora de por dónde irán los pasos del presidente Rajoy; tanto más reveladora en cuanto que CiU, en vez de recibir el castigo ciudadano por los recortes, cosechó el pasado 20-N un apoyo mayor de lo esperado.
Las lágrimas de Mònica Terribas, directora de TV3, cuando fue consciente del tijeretazo que se le venía encima, pueden resultar impúdicas para los que piensan que, con la que está cayendo en sanidad, educación y en otros servicios públicos esenciales, no es de recibo defender la supervivencia de la televisión y radio públicas. Pero creo que sí merece la pena dar un paso adelante para poner en valor el ingente trabajo y el inmenso papel social que juegan los medios públicos, como creo que tendremos una prueba definitiva del talante de Rajoy cuando decida no sólo el nombre del próximo presidente de RTVE, sino la deriva que toman sus informativos.
El trabajo impecable de estos durante el último año ha sido premiado con un Ondas 2011, y en el Liceu su director, Fran Llorente, brindó el caballito alado "a los millones de españoles orgullosos de los informativos de RTVE". Llorente hizo algo más: pidió a esos espectadores que sigan peleando por una TVE independiente, plural y rigurosa, por unos medios públicos potentes y de calidad. Era como si lanzara el guante al patio de butacas a la desesperada: o peleáis vosotros, o todo nuestro trabajo "se perderá en el tiempo, como lágrimas en la lluvia", que diría Rutger Hauer en Blade Runner. La celebérrima frase del replicante acababa así: "Es la hora de morir". Yo aún confío en que no sea necesario entonar un réquiem por la televisión pública cuando pasen los peores bandazos de la crisis.
Gobierno belga, al fin
Bélgica sufre el azote de los mercados y el aumento de su prima de riesgo, pero la noticia es que hasta esta semana, 535 días después, ha estado sin gobierno: a partir de ahora el socialista francófono Elio Di Rupo liderará una compleja coalición de seis partidos que deja fuera al más votado, el grupo nacionalista flamenco. Si mal que bien han sobrevivido los belgas, ¿para qué sirven los políticos? Pregunta que hacerse en tiempos de tecnócratas.
Sigue la búsqueda
¿Quién debe liderar la nueva etapa del PSOE? Además de Rubalcaba y Chacón, hay acuerdo amplio en torno a Eduardo Madina (35 años), que ha desarrollado una buena labor como secretario del grupo parlamentario, está en alza en el grupo de los vascos, y es visto como un hombre de consenso. Tanto, que todos los sectores quieren captarlo. Pero Madina no se decide. Mientras, gana fuerza en el PSOE la apuesta por un cambio a dos velocidades, que no desvele todas las cartas en el congreso de febrero.
Y más crisis
Dos indicadores de la crisis: el volumen de basura que se recoge en las calles, que se ha reducido drásticamente, y el tránsito por las vías de peaje, que ha bajado un 20% en los últimos cuatro años, especialmente el tráfico pesado. Se circula menos, se compra menos y se tira menos: la crisis indulta... y recicla.
