La lucha por los Consejos de Informativos se inició en los mismos años de la transición. El objetivo era que los profesionales fueran los primeros garantes de la independencia informativa frente a todos los poderes económicos y políticos. La última ley pactada entre los partidos y con los sindicatos, UGT y CCOO, por fin, dio este instrumento a los profesionales, aunque con muchas limitaciones.
Hoy se ha puesto en valor cuando los representantes de los informadores se han levantado en RTVE frente al control del sistema informático que conduce los telediarios en RTVE. Ojala se hiciera lo mismo en los medios privados.
Nadie puede dudar de que el Consejo de Administración es en la ley uno de los garantes de los principios que rigen RTVE, pero una cosa es ser garante y otra muy distinta el “controlador previo” (recordemos la censura previa de la dictadura franquista). Cualquiera que sea un profesional de la información sabe que disponer del minutado diario previo no supone el conocimiento de los contenidos globales del medio. Con ese minutado el PP y PSOE solo pueden saber si han salido más o menos minutos, que es lo que fundamentalmente les preocupa. Si alguien ha podido manejar sus informes internos, de los que se encargan los propios consejeros de los partidos, sabrá cómo se dedican a sumar minutos.
A nadie de ellos les preocupa especialmente si la información y programación en general es útil a los ciudadanos y en qué horas se programa. Que yo sepa el Consejo de Administración no dispone de estudios de contenidos sino de minutados. Saben acaso la incidencia social que tiene la abultada presencia de sucesos o la omnipresencia del deporte, o la escasa por no decir nula información cultural, o la ausencia del factor trabajo, hoy la economía aparece porque la crisis es titular diario… la información internacional es solo una decoración.
La omnipresencia de políticos y partidos ha conducido a que la mayoría de la población viva de espaldas y no crea en sus señorías. La partidocracia ha dominado el medio y la población se aleja de la política. Así como los franceses han vivido unas cuantas repúblicas, esta democracia de la transición nuestra necesita una segunda era. En esa era es donde los medios públicos independientes y conscientes de su papel en esta sociedad tienen su lugar.
El Consejo queda no ya descompuesto sino desacreditado ante toda la sociedad y los trabajadores. Pero su final real será en enero de 2013, le queda bastante más de un año, con seis consejeros de prestado desde el 15 de enero de 2010, otro dimitido por coherencia y otros cuatro desautorizados por todos, incluidos sus propios partidos. De los que votaron en contra del control previo, solo la consejera de IU se mantiene en su mandato, porque el de UGT lleva casi dos años de prestado. El mandato es de seis años y se debería renovar por mitades cada tres.
Según la ley de bipartidismo, ahora viene a gobernar al PP que dice eso de “que ya me toca”. Y este partido surgido de las cenizas del franquismo que fue la Alianza Popular, prepara su asalto al medio. Hay que recordar el informe que hizo en su día sobre la manipulación en TVE. Por eso la consejera del PP estaba tan interesada en insistir en su propuesta de control previo. Carlos Floriano, secretario de comunicación del PP, con quien despachan los consejeros, decía en febrero de este año: “TVE está al servicio del Gobierno y del partido que lo sustenta”. Declaraciones que ya alarmaron a los profesionales de RTVE.
Se fue Hector Maravall y ahora viene el PP con un consejo incapacitado para tomar decisiones, sin presidente. Y así durante un año largo. Los controladores serán pues los hombres que el PP quiera colocar en los puestos de gestión, porque o al frente de informativos hay profesionales respetados y comprometidos con la defensa de la pluralidad o lo de ahora no ha sido más que un regateo.
El único compromiso real de los partidos, más allá de reconocer el error de este burdo intento de reponer el control previo, es que en este periodo de inestabilidad no se toque un pelo a los profesionales y se les deje trabajar de forma independiente y plural al servicio de la ciudadanía no de los partidos.
