Pero hay más. En cuanto se produce el temblor –y el más que posible tsunami posterior–, la NHK moviliza 14 helicópteros (aunque algunos están en situación de máxima alarma permanente) para volar a cualquier punto de Japón e informar y ofrecer imágenes casi al instante de los daños. Y mientras llegan los helicópteros con los reporteros, la NHK tiene repartidas por todo el país medio millar de minicámaras con control remoto. Todo previsto y organizado con precisión nipona, porque este es el máximo deber de la NHK: el servicio público, una obligación que tienen grabada a fuego las más de 10.000 personas que trabajan en esta auténtica institución japonesa que, como especifica en sus estatutos, se compromete a «proteger la vida y la propiedad de los ciudadanos».
Este planteamiento de servicio público, unido a una espectacular infraestructura técnica, logística y profesional ya muy bregada en estas situaciones, explica por qué la NHK no ha temblado ni se ha resquebrajado, como buena parte de su país, y sí se ha mojado en informar metódica y ampliamente sobre todo lo que está pasando en Japón, hasta elpunto de ser el portavoz mundial del actual desastre.
Todas las grandes cadenas, incluidas las españolas, se nutren de las imágenes de la NHK para mostrar el triple drama (terremoto, tsunami y crisis nuclear), una información con la que el canal 24 Horas de TVE llega a conectarse directamente durante horas.
La NHK inició sus emisiones en 1926. Fue la primera radio de Japón, que tuvo como referente la BBC británica. Y desde entonces la NHK quedó marcada por esa idea del servicio público, una característica que también asumió la televisión desde su nacimiento, en 1950.
La impronta de la BBC también quedó reflejada en su sistema de financiación: no emite publicidad (para mantener su independencia), pero todo japonés que tenga un televisor debe pagar un impuesto directo de unos 12 euros al mes, y el doble si se incluye el servicio por satélite.
Este canon representa el 95,6% de los ingresos de la NHK, que en el 2010 ascendieron a casi 6.000 millones de euros, Pese a este impresionante montante, la tele estatal aún tiene un pequeño déficit asumido: 53 millones de euros. Pero en Japón nadie se escandaliza por los números rojos dado el servicio que ofrece la NHK: tiene cinco canales de tele, dos terrestres (uno educativo que es de visión obligada cada día en todos los colegios) y tres por satélite (uno en alta definición), tres cadenas de radio y un servicio de televisión internacional (NHK World), con dos canales de televisión y otro de radio que, a través de varios satélites, emiten para todo el mundo. Hoy por hoy, y más en estos días, la NHK es la imagen que más brilla del vapuleado imperio del sol naciente.
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