Las empresas dedicadas a obra civil, dice, deberían reorganizarse por medio de fusiones. «La situación es muy mala. Estamos al límite.Laúnicaposibilidad esajustar empleo». Pero antes de esa medida, convendría volver al hábito del ahorro, desarrollado sobre todo en la Europa del siglo XX por los menos afortunados. Los estados repasan y repasan sus presupuestos. Estados Unidos hará cortes drásticos en defensa, educación, investigación, infraestructuras y en los programas de asistencia social, Medicare y Medicaid. Francia y Reino Unido estudian cómo compartir los costes de mantenimiento de portaaviones y submarinos. España no sabe cómo hacer frente a una deuda mal presupuestada en Defensa, de más de 26.000 millones de euros. Alemania se pregunta cómo pagar un centenar de helicópteros de transporte que, por cierto, no sabe si necesita. No es infrecuente en Europa que el coste de mantenimiento de uncazabombardero o de un helicóptero de ataque supere de largo el coste de adquisición.
Posiblemente se imponga el buen sentido franco-alemán. El ministro de Hacienda británico,George Osborne, animaba a los países de la eurozona a acelerar su integración fiscal. La lógica de una moneda única, añadía, lleva a una política presupuestaria única. No es pensable que el responsable de las finanzas de un estado europeo aconseje a sus vecinos lo que él no está dispuesto a hacer. Que uno de los cambios que esta larga crisis pueda llevar al acercamiento de Reino Unido al euro no es imposible.
La ampliación del capital del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera supondrá una mayor centralización de los presupuestos de los estados y la cesión de cierto control tributario a la Unión Europea. Wol fgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas, anunció cómo Alemania y Francia, reunidas anteayer en París, preparan una propuesta sobre el gobierno económico de la zona euro.
Es urgente, repetimos, volver en España al hábito de ahorrar, algo imposible de plantear sin una gran reforma intelectual y moral, para recordar los términos de Ernest Renan hace siglo y medio.Unareforma fundada no solo en los presupuestos públicos sino en cada familia y cada ciudadano. Hay que llegar a esa combinación de austeridad y consumo: mantener lo invertido en El Corte Inglés no es incompatible con el ahorro.
Entre mil ejemplos, el más convincente consistiría en suprimir las televisiones autonómicas: un test sobre la verdadera política de los grandes partidos. Una frontera entre seriedad y palabrería. Esas televisiones son instrumentos que no hacen servicio alguno, salvo el prestado al presidente o partido de la comunidad autónoma correspondiente. Son el símbolo perfecto del gasto a suprimir, el gasto que jamás debería hacerse con el dinero de los ciudadanos.
Esas televisiones, llenas de buenos profesionales, pueden ser privatizadas. Sería un test sobre cada presidente autonómico. También sobre el gobierno de la nación. Cualquier gobierno que llegue al poder en España tendrá crédito si toma esa sencilla decisión; y caerá en el descrédito si no tiene el coraje necesario para tomarla.
