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Lunes, 04 Abril 2011 13:51

Un año de la TDT. Los depredadores de los contenidos audiovisuales.

Escrito por Amparo Peiro

Con la llegada del TDT a nuestros hogares, se nos ofreció la posibilidad de, a golpe de mando, escoger entre una variada oferta, los contenidos a visionar. Los espectadores iban a tener la oportunidad, sin tener que contratar plataformas de pago, de acceder a unos contenidos temáticos en cualquier momento del  día y de forma totalmente gratuita. Tendríamos el mundo a nuestros pies.

Y aun había mas, se nos prometía la tan deseada interactividad. Eso es, podríamos influir en los desenlaces de nuestras series favoritas, realizar comentarios, y en pocas palabras, se iba a conseguir la tan ansiada unión entre tres sectores de gran importancia en nuestro país, el de las telecomunicaciones, el de las tecnologías de la información y los medios de comunicación. El objetivo final que se pretendía era la creación de una potente industria multimedia accesible desde cualquier lugar.

Así, los más pequeños, tuvieron la oportunidad de conocer a Bob esponja, si, esa masa espongiforme amarilla, y con patas que ya había arrasado en toda América, había llegado a la gran pantalla, e incluso, estaba disponible en las webs de descarga bastante tiempo antes. Pero el gran éxito en nuestro país, y el salto a la fama de la esponja amarilla con corbata vino de la mano de RTVE, al ser incluida en la programación de Clan TV. Pokemon, pocoyo, calliou, los lunis, la adorable abeja maya y muchas otras series, han servido a muchos padres para aliviarles de la tensión provocada por las tardes infernales de luchas por los deberes escolares.

Esto mismo ha ido sucediendo con muchos canales de nuestra televisión pública, que han sido líderes de audiencia. Teledeporte, canal 24 horas son una buena muestra de ellos. Otros, nacieron con el propósito de llegar a un público más minoritario entre ellos, AluCine (cine de terror, ciencia-ficción y fantasía), Cine Paraíso (cine clásico), Canal Nostalgia, Canal Clásico y Docu TVE (Hispavisión, por aquél entonces),  Canal Clásico y Cultural·es.

También nos las prometíamos muy felices con la llegada de múltiples y variados canales de visión gratuita, por parte del sector privado. Nova, nitro, boing, disney chanel, la siete, y otras tantas que por prometer, prometieron hasta la tan ansiada y esperada alta definición, ya implantada desde hace muchos años en otros países. Vaya, se han puesto las pilas, es lo que todos pensábamos hace un año hartos de acceder a las últimas novedades a través de internet.  Cansados de reclamar al sector audiovisual un cambio de modelo en la distribución de contenidos, atisbamos un rayo de luz en el horizonte.

Cantidad VS Calidad.

Nuestro gozo, en un pozo.  Pese a que la televisión está en un gran momento tecnológico con la llegada del HD, la TDT, los directos vía 3G y ahora el 3D, estamos asistiendo, por  el contrario, a una decadencia nunca vista, al intento de desmantelamiento de nuestra televisión publica y con una mayor fiereza y acritud, al de los contenidos (legales) vía internet, priorizando los intereses privados de las majors, y las cadenas privadas y poniendo toda clase de impedimentos para la llegada de nuevas plataformas como Netflix o hulu a nuestro país.

Los contenidos, si bien han aumentado en cantidad, han bajado su calidad de forma inversamente proporcional y alarmante. Ha habido un aumento cuantitativo y una disminución cualitativa. La situación actual, es cuanto menos deplorable y caótica. Nos han inundado de programas esotéricos, donde una legión de brujos, videntes y astrólogos,  cartas y bola en mano, se dedican, a prometernos el santo grial a quienes  incluso han llegado a encumbrar  como grandes estrellas mediáticas, y han rozado las mieles de la fama, como nuestra universal bruja lola y sus velas negras. Reality shows donde el morbo, el insulto fácil, peleas, y demás circos romanos han invadido nuestras vidas, e incluso, nuestro diccionario, acuñando nuevos términos como Edredoning  o dando otras connotaciones a términos ya conocidos, como confesionario o nominaciones. Programas del corazón donde todo vale, ”rosando" el límite del delito y erigiéndose en policía y juez, con confesiones de delitos en directo, canales donde se premia el físico de sus presentadoras  y su agitada vida social, televendedores compulsivos, contenidos no novedosos repetidos hasta la saciedad, violaciones sistemáticas de código de regulación infantil, y sobre todo, una inundación masiva de publicidad, que recuerda a la invasión de los ultracuerpos.

¿Nos vendieron la moto, la cabra, o más bien un montón de cacharros digitales a los que no hemos podido sacar provecho?

Ya hubo que rascarse los bolsillos modificando antenas, llenando la casa de descodificadores para la TDT, y para seguir tragando esta basura, hay que seguir pagando. Si queremos acceder a la TDT de alta definición, deberemos comprar nuevos descodificadores que incorporen el TDT en alta definición. Las teles LCD tan minimalistas y que tanto espacio ahorraban en el mueble del salón con tantas pulgadas, que nos vendieron con el extra del TDT incorporado, para no romper esta estética futurista y con pocos cacharros a su alrededor  hace ahora unos pocos años, ah, y con el "full HD" venido del sol naciente -y que ningún canal emitía en este formato-, ya no nos sirven. Los que la reemplazaron hace poco, con el TDT de alta definición incorporado, se van a llevar un buen disgusto con la llegada del TDT de pago, ya que tampoco les va a servir, simplemente porque para ver la TDT de pago se necesita una tarjetita que hay que insertar en una ranura que va incorporada en los descodificadores o en las televisiones y la mayoría de los vendidos hasta ahora no tienen esta ranura incorporada, vamos, un detalle "sin importancia" que se les debió olvidar.  Y esto no ha acabado. En el 2015, si no surge algo más por el camino, nuevamente se tendrá que remodelar el sistema de recepción, y llamar de nuevo a los antenistas, porque, para dar más cobertura a los móviles, vuelven a cambiar las frecuencias. Antiguamente, un televisor duraba muchos años. Ahora, si aguanta  más de tres, podemos darnos por satisfechos –o con un canto en los dientes-.

¿Y qué podemos esperar los sufridos telespectadores ante tanta avalancha tecnológica, tantos canales,  tantas frecuencias, tantos operadores?

Sinceramente, todo apunta a que se avecinan malos tiempos para el futuro de la televisión. Por una parte el gobierno dio su aprobación para que todos los operadores de TDT pudieran convertir uno de sus canales temáticos gratuitos en uno de pago, sin haber concedido nuevas frecuencias para crear para crear canales de pago,  con lo que canales que eran gratuitos, pasaron a ser de pago. Así, "hogar 10, " dio paso a GOLTV, hoy en números rojos. El canal Sony Entertainment, paso a estar disponible únicamente en plataformas de pago (satélite, ADSL y cable), y su frecuencia la ocupó el canal AXN, de pago por la TDT.

La televisión pública, gran competencia para las privadas y que les resta audiencia, está siendo reducida a la mínima expresión. Los primeros pasos, fueron reducir una sensible reducción de su plantilla, algo contrario a toda lógica, ya que si se aumenta o se promete aumentar el número de canales, van a ser necesarios más  recursos humanos a todos los niveles y en todos los departamentos, y no al revés. Con el auge de la TDT, debería haber habido una gran demanda de profesionales de los medios audiovisuales, y ocurrió justo lo contrario.

A continuación, se privó a la televisión pública de su principal fuente de ingresos,  la publicidad, a instancias de UTECA, la unión de televisiones comerciales asociadas. A cambio, las privadas aportarían parte de esta financiación, que hoy por hoy, ha generado una batalla de cifras y una polémica que no ha servido más que para poner de relieve la mala situación económica por la que está atravesando el ente público.

También se utilizo la contratación externa, como remedio de todos los males, obviando que, aunque una internalización bien llevada puede ahorrar costes, en el caso de nuestra televisión pública, está pasando todo lo contrario, ya que estas empresas subcontratadas, siguen utilizando la tecnología e instalaciones de RTVE, e incluso, a sus profesionales, con lo que en lugar de ahorrar, se genera más gasto, y se tiene a los profesionales más valorados y con mas experiencia de los medios audiovisuales del país descontentos al no poder realizar producciones propias.

Ahora, la Televisión publica, está bajo la seria amenaza de un proyecto de ley que pretende reducir los dos múltiples (8 frecuencias) de que dispone, a uno solo (4 frecuencias), pero uno de los canales, obligatoriamente tendrá que ser en Alta Definición, así que, si este proyecto de ley ve la luz,  como máximo, podremos disfrutar de un máximo 3 canales gratuitos, y su lugar, previsiblemente será ocupado por canales de pago, sin ninguna garantía de calidad. En el punto de mira de los partidos políticos se encuentran también las autonómicas, bajo la amenaza de las privatizaciones, como plato fuerte de algunos programas electorales. Este proyecto de ley, presentado por el PP, que paso desapercibido en su día al coincidir su presentación con la huelga de controladores aéreos, es la mayor amenaza para nuestra televisión pública. Incluso  se ha conseguido generar  debate en la sociedad sobre la conveniencia de la privatización del servicio público, para que no se vea con malos ojos  y si como la cura de todos los males que arrastra para obtener la necesaria financiación. Y privatizar, al fin y al cabo, es sacar a bolsa los activos de una empresa: en pocas palabras, regalar a los inversores privados  algo que es patrimonio de todos los ciudadanos, unos activos que han sido y pueden ser muy rentables.

Con este panorama, se ha establecido una verdadera guerra de audiencias, donde han aparecido canales vacios de contenido, creados expresamente para ocupar unas frecuencias ya asignadas, y fastidiar a la competencia, podíamos resumir la situación actual en pocas palabras: Mas canales y peores contenidos. Guerra de audiencias, creando canales vacios de contenido, y los hogares, mas llenos que nunca, de tecnología desaprovechada.

No se trata de eliminar lo que solemos llamar telebasura, porque tiene su público, sino de mantener y crear más canales de calidad, para que quien se siente enfrente de la caja, cada vez mas “tonta”, tenga donde escoger, y no se queden a contemplar  la “telebasura”, “la infobasura”, o las “series basura”, simplemente porque es lo que ponen. Ahora, se hace más necesario que nunca la existencia de una televisión pública de calidad donde aferrarse si lo demás falla. Hagámoslo realidad, y que no se convierta en "telerealidad".

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