De las intenciones de los jenízaros queda buena prueba en la proposición de ley presentada por el PP en el Congreso de los Diputados, para reducir a un máximo de 4 los 8 canales digitales de los que dispone ahora RTVE.
Lo apruebe el Congreso en esta legislatura –lo que no sería tampoco de extrañar, ya que el Gobierno PSOE parece dispuesto a decir digo donde dijo Diego cuantas veces sea preciso- o lo lleve si no el PP a su programa de Gobierno, si no se lo afeamos antes amplia y convenientemente, como decía, los jenízaros se van a llevar por delante el derecho constitucional de los ciudadanos a disponer de una oferta audiovisual digna (‘diversa, gratuita y de calidad’ como dice el manifiesto en defensa de la radotelevisión publica).
Está en el alero el derecho a recibir una información veraz, neutra y plural. A tener acceso a la cultura y al entretenimiento de calidad. Las teles basura y las radios basura, financiadas por “los mercados”, deben tener el contrapunto de los medios audiovisuales públicos si no queremos que se abra aun más esa brecha dañina que hace tiempo amenaza con romper los cimientos de la convivencia social.
Para que una sociedad sea realmente libre y democrática, lo deben ser sus ciudadanos. Y no hay ciudadanos libres, con criterio, donde no hay ciudadanos bien formados e informados. De ahí que una democracia de calidad precise de una radio pública y de una televisión pública fuertes. Como deben serlo también su sanidad y su educación pública. Lo contrario es el reino de los jenízaros.