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Miércoles, 26 Enero 2011 21:20

¿Ha llenado TVE su agujero negro?

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Durante toda su historia la televisión en España ha gravitado en torno al agujero negro del servicio público. TVE pretendía llenarlo con un mandato específico, pero la manipulación política y su financiación publicitaria (su producto, era pues, audiencia para vender a los anunciantes) hacían que ese territorio ideal quedara vacío, al menos parcialmente. No obstante, todo el sistema, incluidas las televisiones privadas, orbitaban en torno a este agujero negro.

 

¿Sigue siendo el servicio público de la televisión un agujero negro? Permitidme que deje la cuestión para el final de esta entrada.

 

¿De donde sale esta imagen del agujero negro? Tenía pendiente comentar el libro Los informativos diarios en BBC y TVE (Ediciones de la Torre), fruto del proyecto de investigación del GITEP (Grupo de Investigación sobre la Televisión Pública), del que Agustín García Matilla es investigador principal, y no sabía como abordarlo hasta que encontré esta imagen en uno de sus capítulos.

 

El libro, que lleva por subtítulo “Los discursos de sus profesionales y emisores”, establece un diálogo virtual entre los profesionales de TVE y BBC y sus respectivas audiencias, siempre en torno al concepto de servicio público. Ya me referí al debate que mantuvimos un grupo de profesionales y académicos sobre el avance de las conclusiones de la investigación, en el que se explicitaron algunas diferencias entre BBC y TVE.

 

Es difícil sintetizar este diálogo virtual entre profesionales y ciudadanos (establecido mediante técnicas cualitativas de investigación) dada la riqueza de matices. Muy simplificadas, esta son las representaciones que unos y otros se hacen del servicio público en España y Reino Unido.

 

Los profesionales británicos y españoles coinciden en los valores tradicionales del periodismo objetivista (verdad, imparcialidad, independencia, profundidad, claridad, respeto de los derechos de terceros). Discrepan en cuanto al grado en que estos valores se hacen reales en sus empresas. En TVE, el núcleo más veterano tiene una visión muy crítica, mientras que los más jóvenes y los directivos tienen una aproximación más pragmática y autocomplaciente. En  cambio, en la BBC los profesionales, sin perjuicio de críticas puntuales, están convencidos de su eficaz realización.

 

Los ciudadanos también tienen visiones distintas. La BBC ha logrado establecer una noción de televisión de servicio público aceptada por los ciudadanos, que manifiestan un alto grado de identificación con la Corporación y aceptan el canon, aunque se manifiesta un menor grado de identificación entre la población de origen no británico, por la concepción del mundo anglosajona que promueve la televisión pública. En cambio, en España, está muy extendido el convencimiento de la manipulación política y si acaso se admite que la televisión pública se distingue de las privadas en que limita la telebasura.

 

La BBC aplicó tradicionalmente la fórmula “hacer interesante lo relevante”, con una progresiva apertura a los intereses directos de la audiencia, lo que por una parte significa acercarse a las necesidades reales de la gente, pero, por otra, dar más presencia al infoentretenimiento. Su estrategia editorial es desde hace mucho tiempo diversificar contenidos y plataformas para que cada uno de los contribuyente al canon reciban algún beneficio del servicio público.

 

TVE, en cambio, ha estado, desde la aparición de la televisión privada, aplastada por los índices de audiencia, de los que dependía su financiación, luchando por el share, por lograr en cada instante el máximo número de espectadores, sin preguntarse por sus necesidades ni diversificar sus servicios.

 

Desde que terminara la investigación a la que me refiero, en los últimos 18 meses, las cosas han cambiado tanto en la BBC como en RTVE.

 

La BBC se verá obligada a realizar un recorte de 500 millones de libras en los próximos años, debido a la congelación del canon por el gobierno liberal-conservador. Uno de los servicios más afectados será bbc online con un reducción del 25% de su presupuesto. Habrá que ver como estas limitaciones económicas afectan a la diversidad de programas y servicios.

 

Más cambios ha sufrido RTVE, aparentemente más positivos que los de la BBC.

 

En primer lugar, ha avanzado su arquitectura institucional con el fin de delimitar el servicio público, garantizar la independencia informativa, promover el derecho de acceso, garantizar los derechos del público y establecer normas de buena práctica. Los hitos de esta arquitectura institucional son:

Uno de los elementos diferenciales que aparecían en la investigación comentada era la falta de una delimitación precisa del servicio público, que en el caso de la BBC viene establecido para los profesionales en las Guidelines. Estos nuevos documentos normativos suponen actualmente un importante valor añadido para la radiotelevisión pública frente a las televisiones privadas. Pero no son suficientes los textos. Es necesario que sus valores sean incorporados a la práctica cotidiana y para eso es imprescindible la formación permanente y -más importante todavía- un debate interno libre y una apertura al público.

 

Más conocido y seguramente más relevante es la desaparición por decreto de la publicidad de TVE para sacarla del mercado y dar su parte de la tarta publicitaria a los privadas. La financiación publicitaria se ha sustituido por la tasa del uso del espectro radioeléctrico y los recargos sobre los ingresos de las televisiones privadas y de los operadores telefónicos. El recurso de éstos y la probable anulación de la tasa por el Tribunal de Luxemburgo  ha puesto en cuestión el sistema y hace peligrar la propia existencia de RTVE.

 

El efecto positivo es que TVE se ha reencontrado con su audiencia. La televisión lidera claramente las audiencias generalistas con La Uno, especialmente en el terreno informativo, y las especializadas con Clan, 24 Horas y Teledeporte, aunque no consigue posicionar a La Dos como una opción cultural viable. Puede que los espectadores aprecien más los contenidos de los canales públicos, dada la descarada deriva hacia la telebasura de los canales privados (cada vez más concentrados). O más probablemente hayan recuperado el placer de ver la televisión sin interminables interrupciones publicitarias.

 

También es un paso adelante la apertura interactiva de su programación mediante TVE a la carta y RNE a la carta, todavía muy lejos del BBC i-Player. Pero apenas nada se ha hecho para mantener una verdadera interacción con la audiencia. Diversificación e interactividad son ahora los retos.

 

Volvamos a la pregunta del principio. ¿Está llenando TVE, RTVE, el agujero negro del servicio público? Sí, al menos parcialmente. La aceptación de sus canales por parte tanto de la audiencia generalista como de la audiencia diversificada, las sinergias tv-online de servicios como El Tiempo, la arquitectura institucional… todo ello está dando contenido y sentido al servicio público.

 

En la medida que se llena ese agujero negro, las televisiones privadas orbitan cada vez menos en torno a él, tanto porque la Ley General de la Comunicación Audiovisual (pdf) les ha liberado de la condición de concesionarios del servicio público, como porque en un panorama de concentración los objetivos económicos y financieros predominan sin complejos sobre los informativos, como ha demostrado la absorción de Cuatro por Telecinco y la conversión de un canal de 24 Horas en plataforma permanente de uno de los buques insignia de la telebasura, Gran Hermano. Mejor así, todo más claro.

 

No faltan nubarrones en esta incipiente reconstrucción del servicio público. El PP anuncia privatizaciones de las televisiones autonómicas y cierre de canales de TVE. El Partido Popular ha ido a remolque en toda esa arquitectura institucional y sería imprescindible un compromiso sobre su mantenimiento si llega al gobierno. Por otra parte, en una una campaña electoral que va a durar 18 meses, los profesionales y sus órganos representativos (los Consejos de Informativos) tienen que estar especialmente vigilantes para garantizar la imparcialidad más allá de la proporcionalidad de tiempos y los espacios impuestos por la Junta Electoral. Y queda pendiente un verdadero saneamiento de RTVE, rompiendo la dependencia de las productoras y revisando su organigrama directivo y sus relaciones con las empresas del sector.

 

¿Llegará a ser el servicio público de la radio y la televisión un astro con luz propia? Veremos. Pero de lo que no cabe duda es que investigaciones como la GITEP son un incentivo para ello.

Rafael Díaz Arias

Profesor titular de Información Audiovisual (UCM). Jurista y periodista, ha dedicado más de tres décadas al ejercicio del periodismo en televisión, compatibilizándolo con la dedicación docente en la Universidad y la reflexión sobre la información audiovisual y el derecho a la información.

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