[Infolibre]
Fran Llorente
Hace ahora 10 años estaba a punto de morir el Ente. En unos meses iba a nacer Corporación RTVE, la nueva Radiotelevisión Pública que, por primera vez en la historia de nuestra democracia, tendría un presidente no elegido directamente por el Gobierno. La ley establecía que el nuevo presidente debía recibir el respaldo de al menos dos tercios del Congreso por seis años y que su mandato no coincidiría con las elecciones generales. El primer presidente de la nueva RTVE, Luis Fernández, estuvo menos de tres años, el segundo presidente de consenso, Alberto Oliart, apenas uno y medio. Los dos dimitieron. Uno había llegado con 295 votos en el Parlamento; el segundo, con 306 votos. Es evidente que algo no funcionó.
Está claro que una ley no lo es todo, que una ley cambia otra ley y que un decreto ley puede dejar una ley casi irreconocible. Con una ley, en 2009 el Partido Socialista dejó a RTVE sin publicidad y sin un sistema de financiación alternativo que garantizase el futuro y la independencia de la Radio Televisión Pública. Con un decreto ley, el Partido Popular desmontó la exigencia de un presidente de consenso y reabrió las puertas a la televisión de partido.
Estos días han coincidido dos noticias importantes en esa agenda necesaria. Desde la universidad y desde el Congreso se han escuchado sendos aldabonazos en pos de un nuevo tiempo para RTVE. Por un lado, con el peso académico del trabajo concienzudo y riguroso, hemos conocido el informe Teledetodos elaborado por un grupo de investigadores y expertos en comunicación. Enrique Bustamante –que ya participó hace 10 años en aquel comité de Sabios que inspiró en parte la Ley de RTVE– ha coordinado un estudio muy completo que incide en las líneas maestras de una RTVE más conectada y participada por sus ciudadanos. El informe plantea con valentía propuestas innovadoras y sugerentes, nuevas formas de financiación y participación de la sociedad, y una nueva estructura de funcionamiento que garantice una gestión eficaz y profesional.