Hoy espero un burofax, un mail, una llamada. Me van a despedir.
En otoño de 2003 Esperanza Aguirre llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid, después de unas elecciones repetidas por razones que todos sabemos y que no viene al caso recordar. Cuando empezó el cambio de directivos en Telemadrid, nadie en la Redacción de Informativos se sorprendió, estando como estábamos acostumbrados a que cualquier nuevo gobierno regional implicara movimientos en todos los estamentos de la casa.
En lo que nos afecta a los periodistas y técnicos: cambios en la Dirección de Informativos y Programas, y, con ellos, en las secciones de la Redacción y los espacios de producción propia. No nos sorprendió, pero nos encontró, a los periodistas, faltos del "músculo del adocenamiento", porque las últimas legislaturas de Alberto Ruiz Gallardón y Joaquín Leguina las habíamos vivido con cambios, sí, pero sin vendettas, ni estridentes vaivenes en la forma de actuar informativamente. Habíamos disfrutado, en general, de un ambiente periodístico libre y plural, tolerante con la discrepancia entre colegas, de debate productivo entre los profesionales cuando se trataba de elaborar los un día famosos "Telenoticias". Podría decirse que cada nuevo gobierno de Madrid y con él, cada nuevo Director General de RTVM, optaba por mantener, con pragmatismo que luego echaríamos de menos, lo que funcionaba bien. La Telemadrid que dejó Alberto Ruíz-Gallardón fue una TV con una gran penetración en la sociedad madrileña y un muy aceptable nivel de audiencia, en torno a un 17%.