El periodismo es un bien público. Ese es el principio del que parte la Federación Europea de Periodistas (FEP) ante las elecciones europeas del 25 de mayo y recuerda que para su cumplimiento existe un requisito imprescindible: los periodistas tienen que ejercer su oficio con independencia. Deben esforzarse en ese sentido. Y eso debería ser especialmente cierto en los medios públicos audiovisuales.Desde luego, todo Servicio Audiovisual Público (llamémosle SAP, Public Service Broadcasting, PSB, según sus siglas en inglés), requiere transparencia, financiación suficiente y alejamiento de las presiones políticas. Y a pesar de todas sus diferencias, caricaturizaciones, irregularidades y ataques que puedan sufrir los distintos SAP, su existencia continúa siendo un signo distintivo de las democracias europeas. Y cuando gobiernos como los de Grecia (la ERT) o la Comunidad Autónoma de Valencia (España), han cerrado esos medios -por su propia mala gestión política y económica- la mayor parte de la ciudadanía lo ha percibido como un deterioro de la calidad democrática de esas mismas sociedades.
La falta de independencia de las radiotelevisiones públicas suele ser paralela a su manipulación política creciente, a su falta de calidad y a una financiación irregular.