Los señores consejeros pusieron cada uno su nombre en un trozo de papel para proceder a la elección. La escena se resolvió sin ceremonia en pleno verano de 2011: ni siquiera se acuerdan si fue la secretaria quien ejerció de mano inocente. El nombramiento por sorteo del presidente de la Corporación RTVE, una compleja empresa de 6.400 trabajadores y 1.200 millones de euros de presupuesto anual, se hizo sin liturgia.